En una sentida Eucaristía nuestros pequeños recibieron con mucho fervor el pan del cielo.
En este precioso día en el que el Sacramento Eucarístico vino a ustedes por primera vez a sus almas puras, le pedimos a Papá Dios, jamás se extinga en ellas su luz divina y los lleve por senda segura a la mansión del Paraíso Eterno.